No tratemos de
relativizar el futbol con esquemas que sobre el verde tengan una distinta
función con relación a lo que nos hace llegar a nuestras pantallas móviles de
la cuenta de Twitter del equipo o a la plantilla pre-partido que dan en el
palco de prensa. La disposición táctica es sólo eso, una iniciativa que el
entrenador pone sobre el rectángulo. Sin embargo en esta ocasión, el dibujo va
relacionado con el trasfondo que tiene detrás. Sin hablar de lo abstracto,
Miguel Herrera ha cambiado su estilo de juego “clásico” para logar dominar
–otra vez- la Liga MX ahora con Xolos.
En el inicio del
proyecto en la frontera, el ex técnico de la selección llegó con su pizarra en
la mano con el dibujo 5-3-2. Jiménez, Gandolfi y Valenzuela en la central, y de
carrileros Cárdenas y Guzmán. Juninho, Escoboza, a veces Haucha o Arriola
conformaban la línea de tres medio campistas. Delante estaba Dayro y Henry
Martin. La tenencia de balón era lo primordial para Herrera, pero en el
Clausura 2016 la posesión del esférico se volvió inerte y sin ningún rumbo. Y
no es casualidad; hay una tendencia en el futbol mexicano de que la posesión
del balón ya no rinde los frutos necesarios que rendía antes, o más bien, el
esquema lavolpista no fue ejecutado de buena forma por equipos mexicanos salvo
sus excepciones.
Claro que la digestión a un nuevo sistema de juego es largo,
las expectativas sobre Miguel Herrera eran altas. El principal problema que se
encontró el ‘Piojo’ en su equipo fue la obstrucción de la salida lavolpiana: al
momento de introducir al medio centro entre los centrales, los rivales ejercían
su presión en la línea de pase del mismo, por lo que la generación de
superioridad posicional en medio campo no llegaba, y si llegaba, el pase era a
una zona llena de presión. “Los carrileros son los mejores defensas” decía
Guardiola y la línea de presión mencionada era sobre las bandas, las cuales en
muchas ocasiones se veía en 2v1.
Repasando
la tendencia de que en la Liga MX, la posesión del espacio es muy superior a la
posesión de balón, de los últimos seis finalistas, sólo dos han tenido más del
51% en dominio de balón en el promedio de la Liga (Tigres). Esta estadística
puede ser fría en cuanto a un contexto en general, pero en probabilidades y
sumando el error en el mecanismo de salida de Herrera (el más importante de su
sistema), tal vez no fuese tan descabellado prescindir del dibujo táctico.
Ahora veamos una confrontación de dibujos tácticos.
Las fichas rojas es el
equipo de Xolos del Clausura 2016 (5-3-2), mientras las negras son el Xolos de
este torneo (4-2-3-1). La variante en ofensiva del Clausura se pude formar un
3-5-2, contra un 4-5-1 en defensa por parte del Apertura, el cual, como lo
hemos visto en imágenes, suele ser superado en el lado fuerte en bandas. En
juego directo podríamos suponer una ventaja posicional en caso de una buena
formación segundas jugadas, pero por el estilo de Herrera el juego largo no es el más de su agrado (aunque
este torneo ha usado esa variante).
En defensa, el Xolos
del Clausura tendría su ventaja del 5-3-2 frente al 4-2-3-1 con variante 4-2-4
del Apertura, sin embargo si el Xolos del Apertura decidiera ir al frente con
solo uno adelante, actuaría como falso y los centrales de Tijuana del torneo
pasado quedarían sin ninguna referencia, lo cual provocaría el descontrol en la
zona de media puntas del equipo actual.
La adaptación al
4-2-3-1 te exige el cambio a correr, pero Miguel Herrera ha sabido correr
delante del balón y pararse detrás de él. No solamente por el fundamente de que
ahora el pilar es Guido Rodriguez en salida de balón, sino que con la nueva
dirección de presión, ordena a los jugadores a reaccionar tras la pérdida,
recuperando el balón de manera rápida y salir en transición con sus extremos, Hurtado
y en ocasiones Hauche.
Tijuana es líder, dando
apenas unas pinceladas de lo que Miguel
Herrera es capaz como técnico. Adaptarse a un nuevo sistema, con el recurso del
espacio y no tanto del balón y de optar a las segundas jugadas como un nuevo
recurso, pero sin duda esto es sólo el principio del que parece ser el nuevo
ideal del ‘piojo’.