viernes, 2 de septiembre de 2016

Herrera y Tijuana: Del 5-3-2 al 4-2-3-1

Por Raúl Pérez.




No tratemos de relativizar el futbol con esquemas que sobre el verde tengan una distinta función con relación a lo que nos hace llegar a nuestras pantallas móviles de la cuenta de Twitter del equipo o a la plantilla pre-partido que dan en el palco de prensa. La disposición táctica es sólo eso, una iniciativa que el entrenador pone sobre el rectángulo. Sin embargo en esta ocasión, el dibujo va relacionado con el trasfondo que tiene detrás. Sin hablar de lo abstracto, Miguel Herrera ha cambiado su estilo de juego “clásico” para logar dominar –otra vez- la Liga MX ahora con Xolos.

En el inicio del proyecto en la frontera, el ex técnico de la selección llegó con su pizarra en la mano con el dibujo 5-3-2. Jiménez, Gandolfi y Valenzuela en la central, y de carrileros Cárdenas y Guzmán. Juninho, Escoboza, a veces Haucha o Arriola conformaban la línea de tres medio campistas. Delante estaba Dayro y Henry Martin. La tenencia de balón era lo primordial para Herrera, pero en el Clausura 2016 la posesión del esférico se volvió inerte y sin ningún rumbo. Y no es casualidad; hay una tendencia en el futbol mexicano de que la posesión del balón ya no rinde los frutos necesarios que rendía antes, o más bien, el esquema lavolpista no fue ejecutado de buena forma por equipos mexicanos salvo sus excepciones. 

Claro que la digestión a un nuevo sistema de juego es largo, las expectativas sobre Miguel Herrera eran altas. El principal problema que se encontró el ‘Piojo’ en su equipo fue la obstrucción de la salida lavolpiana: al momento de introducir al medio centro entre los centrales, los rivales ejercían su presión en la línea de pase del mismo, por lo que la generación de superioridad posicional en medio campo no llegaba, y si llegaba, el pase era a una zona llena de presión. “Los carrileros son los mejores defensas” decía Guardiola y la línea de presión mencionada era sobre las bandas, las cuales en muchas ocasiones se veía en 2v1. 






Repasando la tendencia de que en la Liga MX, la posesión del espacio es muy superior a la posesión de balón, de los últimos seis finalistas, sólo dos han tenido más del 51% en dominio de balón en el promedio de la Liga (Tigres). Esta estadística puede ser fría en cuanto a un contexto en general, pero en probabilidades y sumando el error en el mecanismo de salida de Herrera (el más importante de su sistema), tal vez no fuese tan descabellado prescindir del dibujo táctico. Ahora veamos una confrontación de dibujos tácticos.
   
Las fichas rojas es el equipo de Xolos del Clausura 2016 (5-3-2), mientras las negras son el Xolos de este torneo (4-2-3-1). La variante en ofensiva del Clausura se pude formar un 3-5-2, contra un 4-5-1 en defensa por parte del Apertura, el cual, como lo hemos visto en imágenes, suele ser superado en el lado fuerte en bandas. En juego directo podríamos suponer una ventaja posicional en caso de una buena formación segundas jugadas, pero por el estilo de Herrera el  juego largo no es el más de su agrado (aunque este torneo ha usado esa variante). 

En defensa, el Xolos del Clausura tendría su ventaja del 5-3-2 frente al 4-2-3-1 con variante 4-2-4 del Apertura, sin embargo si el Xolos del Apertura decidiera ir al frente con solo uno adelante, actuaría como falso y los centrales de Tijuana del torneo pasado quedarían sin ninguna referencia, lo cual provocaría el descontrol en la zona de media puntas del equipo actual. 

La adaptación al 4-2-3-1 te exige el cambio a correr, pero Miguel Herrera ha sabido correr delante del balón y pararse detrás de él. No solamente por el fundamente de que ahora el pilar es Guido Rodriguez en salida de balón, sino que con la nueva dirección de presión, ordena a los jugadores a reaccionar tras la pérdida, recuperando el balón de manera rápida y salir en transición con sus extremos, Hurtado y en ocasiones Hauche. 

Tijuana es líder, dando apenas unas pinceladas de lo que  Miguel Herrera es capaz como técnico. Adaptarse a un nuevo sistema, con el recurso del espacio y no tanto del balón y de optar a las segundas jugadas como un nuevo recurso, pero sin duda esto es sólo el principio del que parece ser el nuevo ideal del ‘piojo’.


sábado, 27 de agosto de 2016

GABRIEL HAUCHE EN XOLOS 2016


Miguel Herrera ha potenciado a Xolos de Caliente como líder general hasta la fecha (jornada 7) en una campaña que ya le muestra adaptado al club fronterizo y a la plantilla adaptada también al ex seleccionador nacional. Pero en el esquema que Herrera gusta ahora, un 4-2-3-1, destaca la única pieza con libertad total: Gabriel Hauche.

Libertad no significa no tener que defender. Caraglio, por ejemplo, es el nueve de Tijuana y cómo tal está sujeto a movimientos específicos. Prolongar los balones largos a segunda jugada, pivotear y dejar balón de cara al compañero o rematar. Guido Rodríguez, por otro lado, es encargado de ejecutar la salida lavolpiana, prestar apoyos en la salida de balón y dar verticalidad.

Entonces, a diferencia de sus compañeros, Gabriel Hauche tiene como trabajo enlazar defensa con el ataque, pero la forma de hacerlo queda totalmente a su interpretación personal. En un equipo como es Xolos hoy día, su figura es imprescindible. Es que el equipo de Herrera se divide en dos bloques, los atacantes y los defensores, y a pesar del talento de Guido, sólo Hauche es capaz de hacerlo.

Digámoslo ya: Hauche es enganche, mediapunta y segundo punta al mismo tiempo. Pueden parecer conceptos similares pero trato de englobar los tres aspectos que aporta al equipo y que le hacen posible atacar con tanta efectividad. El argentino se posiciona detrás del delantero fijo, Caraglio, y a partir de ahí elige abrirse a banda, esperar el pase o atacar el espacio.
Hauche entiende de moverse a la espalda de la zaga y definir a un toque.


1. COMO “ENGANCHE”
Gabriel tiene la capacidad de poner pases largos que cambien la orientación del ataque, encontrando hombres con ventaja y otorgándoselas. Puede también esconder el balón provocando las faltas rivales y ganando metros y tiempo. Últimamente se ha especializado en provocar penales recibiendo faltas en el área realizando un movimiento dentro-fuera. Y aunque Tijuana no es equipo de pausar ataques, cuando necesita esperar o aguantar la pelota, lo hace bien, aunque sean segundos.


Gabriel atrae marcas, regatea y pone el pase al espacio.

2. COMO “MEDIAPUNTA”
En contragolpes de toda velocidad, Gabriel puede tomar la pelota y salvar la distancia a toda velocidad, con balón controlado y dando el último pase con precisión, es decir, convirtiéndolo en asistencia. También puede ir a la banda y esperar el balón ahí, para salir con un regate o con cambios de dirección muy hábiles lo que unido a su capacidad de poner pases filtrados le hace muy peligroso.

3. COMO  “SEGUNDO PUNTA”
La faceta que más sorprende teniendo en cuenta sus virtudes arriba mencionadas. Y es que no parece compatible el instinto goleador del siete fronterizo. Gabriel interpreta perfecto atacar el espacio cuando Caraglio prolonga, sabe ocultarse a la defensa para sorprender del lado contrario a la jugada. Pero sus movimientos los corona con un remate seco, fuerte y de un toque. Un gesto de delantero centro.
Hauche ataca el espacio por delante de Caraglio y provoca penalti.

En suma, que sin estas características, Xolos perdería su plan de ataque en virtudes aisladas de sus atacantes. Avilés aporta la conducción con pase final, pero no puede servir de opción para descargar en banda antes del medio campo, Dayro es un finalizador extraordinario, hábil pero sin la sensibilidad de guardarla o cambiar el juego, Caraglio es un rematador de área, pero sin caída a banda o último pase.
El robo de Hauche, tras presión, genera un gol contra Chivas.

E incluso, debemos pensar en que Gabriel Hauche se muestra inteligente en la presión para obtener un robo y terminar generando un contragolpe. Les recomiendo los siguientes videos, donde podrán apreciar lo descrito sobre el jugador clave de Tijuana.





viernes, 19 de febrero de 2016

Estrategia Fútbol 7 13/02 Derrota 5-4

Me invitaron a jugar en un equipo de fútbol siete, o Uruguayo, como le dicen. Ese deporte popular, variable del fútbol que nos acerca a un ambiente competitivo pero urbano. Hace tiempo que tenía curiosidad de ver si lo que encuentro analizando partidos por mí cuenta tiene aplicación práctica en la vida diaria, por así decirlo y la ocasión fue propicia: como no llegó la persona que me invitó al partido y eramos ocho jugadores (dentro juegan seis y el portero) naturalmente en el primer tiempo me quedé en la banca.

Lo que iré escribiendo tiene como intención llevar un registro de mi intento de influir tácticamente en un ambiente muy poco exigente y que si tú has llegado hasta aquí, encuentres conceptos que puedas aplicar en tu equipo de fútbol 7. Quizá con el tiempo vaya detallando tamaño de cancha y otros aspectos, por ahora, describamos el primer paso.

Nuestro Equipo 

Salió mi nuevo equipo con un 2-1-3. Dos jugadores se quedaron atrás como defensas centrales, por delante de ellosestaba el mediocentro ("el que la mueve") y atacando tres jugadoress con muchas ganas de marcar goles y que se repartieron las bandas y la punta, pero que trataban de hacer siempre movimientos fuera dentro. Creo que antes de que me invitaran apenas habían jugado un par de veces juntos, y la falta de ideas se notaba. Al contrario que el otro equipo.

El rival

Aprendí hace muchos años (Como diez) que cuando tu rival, en el fútbol de los que nos lesionamos la rodilla y no pudimos ser profesionales, tiene cara de ser muy bueno, resulta de nivel bajo, y viceversa. El primero que apareció de los rivales cuando llegué a la cancha tenía una sonrisa inocente y parecía más práctico en cambiar pañales que en jugar la pelota (probablemente así me vea yo también). A excepción de dos chamacos, el resto se veían apacibles y hogareños.Cuando entraron a la cancha los rivales demostraron que se conocían y sabían jugar. Dividieron el equipo en dos: tres defensas y tres atacantes, con papeles muy específicos. El tipo de la sonrisa, que llegó primero, jugaba como falso delantero y era un enganche que pisaba la pelota y buscaba encontrar a un compañero en banda, además de canalizar la salida de balón de su equipo. A su izquierda, venía un atacante que daba equilibro defensvio recorriendo arriba y abajo su carril exterior. Su llegada parecía más la un lateral, pero normalmenete arrancaba muy arriba y tenía libertad de subir. Pero el engranaje clave estaba en la derecha de nuestro rival. Un muchacho delgado y muy técnico que era el encargado de dar los pases finales. Él era "el que la movía" de su equipo y como estaba muy escorado en la banda y adelantado, no tenía muchas dificultades para soltar su repertorio de pases de primera intención, conducciones y remates. Al estar estirando la lona y no por dentro era dificil hacerle un dos a uno y siempre gozaba de ventaja en el uno a uno.

Primer tiempo

Lo resumiré rápido: a los tumbos, el equipo trataba de encontrar los delanteros y que hiciesen lo que mejor se les ocurriera. Como no estaban organizados, nunca bajaban a tiempo para defender, pero sí se alejaban de la portería inconscientemente, arrancando muy alejados de la meta.

Los contrarios no dudaban: recuperar y salir con el "punta". Este elegía la banda para tocar: a la izquierda, su compañero lanzado ganaba metros y se la devolvía al punta, que ahora sí tocaba a la derecha. De no ser así y desde el principio tener la opción de la derecha, se la daba al talentoso del equipo sin perder tiempo. ¿Qué pasaba? Cuabndo la pelota llegaba su derecha (nuestra banda izquierda) los dos centrales tenían que recorrer y dejaban su espalda descubierta, donde el atacante que rocorría loa banda llegaba libre de marca. A veces, los defensas no recorrían a tiempo y el mismo jugador de la derecha finalizaba por sí mismo. Al medio tiempo nos fuimos perdiendo cuatro a uno, con cuatro goles calcados uno tras otro. Nosotros anotamos en un descuido que permitió a dos delanteros ir contra un sólo defensa.
 

Segundo tiempo

Como estaba yo fuera de campo, pude observar todo lo sucedido, y por lo mismo, los jugadores de mi nuevo equipo me preguntaron que ví en el desarrollo (no saben que me gusta analizar tácticamente). De hecho, ya me habían pedido en pleno partido que gritara que estaba mal y quienes no corrían, pero no lo hice por una razón: el momento en el que yo empezara a dar ordenes y acomodarlos (era mi intención), sin que me conocieran, sería muy delicado: si les caía mal, me verían como un profesor poniendo orden en la clase y su natural rebeldía (todos menores de 20 años) se activaría. Pero si lo hacía bien, con autoridad y en el momento preciso, podían verme como un personaje que de verdad sabía y transmitirles al mismo tiempo confianza y autoridad.

Primero les expliqué por qué nos marcaron cuatro goles: tres contra dos, donde el recorrido de los centrales dejaba un hombre libre que nuestro mediocentro no llegaba a cubrir. Les diije que ibamos perdiendo no por mecanismos de juego ni porque el rival se conocieses, sino por un tema de posicionamiento.

Con firmeza, lo segundo que hice fue decirle a los tres delanteros que entre ellos decidieran quien descansaría en el segundo tiempo. Querian que yo eligiera, pero era arriesgado tomar decisiones tan duras de inmediato. Me limite a explicar que yo entraría como central para crear una línea de tres y hacer frente con igualdad numérica los delanteros del otro equipo. A fin de cuentas, el que salió fue otro defensa, así que reconvertí un delantero en lateral derecho, su perfil natural, y al otro central, que lo hacía bien, lo mande de lateral izquierdo a pesar de ser diestro. A los dos delanteros que quedaron les pedí que se mantuvieran juntos y que jugasen cerca del área enemiga, sin recorrides defensivos, es decir, que no bajasen. Luego platiqué con nuestro "cinco": corría mucho y tenía habilidad, pero le faltaban instrucciones. Él sería el enlace, el único mediocampista: cuando no tuviesemos la pelota, debía recorrer el carril central para ahogar las jugadas que fueran a la banda y para evitar que alguien encarase al central (a mí) o disparase desde la forntal. Si la teníamos nosotros, debía recorrer por dentro también, acercandose a los delanteros lo más posible. Fuí claro. Nuestro mediocentro sería el jugador que más iba a correr del equipo. Finalmente, el toque final: instrucciones, pocas y sencillas. Los defensas manteniamos la posición. Si la teníamos, balón directo a los delanteros. Los delanteros buscar remate de inmediato, de donde fuera. Si no podían girar, pasar al mediocentro que debía llegar de segunda línea y  éste debía disparar. Sin la pelota, el lateral izquierdo (nuestro mejor defensor) con el delantero de la derecha (su mejor jugador), el lateral derecho con el delantero de recorrido y entre el mediocentro y el central ahogar al falso delantero.

Faltaba lo más difícl, que el plan resultaba bien. Entrar al campo era una cosa, pero de que lograramos dar una buena imagen dependía que yo quedara como alguien que supiera de qué hablaba y no como un charlatán. Nada más empezar la segunda parte, generamos dos tiros de esquina y luego marcamos. Entre los jugadores se comentó al instante que hacíamos las cosas bien y al confianza subió. Atrás anulamos los ataques del rival con el emparejamiento y saber que teníamos dos delanteros esperando agilizó la salida de balón y redujó el esfuerzo del equipo. Una vez que los dos puntas comenzarón a jugar más arriba, los animé a presionar cuando los defensas rivales quisieran sacar la pelota jugada. En el segundo tiempo marcamos tres goles y nos hicieron uno, peridendo 5-4. El gol que nos marcaron fue debido a que se lesiono nuestro lateral que sabía defender, y su suplente, menos experimentado, perdio un balón que le pasó el portero. Gajes del oficio. Pero veremos si podemos seguir trabajando en esa idea el próximo partido.