Especialmente llamativo resulta que en el transcurso del presente 2020, Aldo está logrando encadenar una positiva racha goleadora que se extiende ya desde el torneo pasado. Sus números resultan fortalecidos por una positiva efectividad ejecutando penales, situación que lejos de demeritar el trabajo del leonés pone de relieve su capacidad de definición.
Pero siendo Rocha el vórtice del juego que plantea Guede, el jugador con un rol más posicional y crítico en fases tanto defensivas como de salida de balón, cabe preguntarse si su protagonismo en ataque le remite como un jugador vertical o llegador. Hay que diferenciar entre ambos conceptos para comprender el tipo de jugador en que se ha convertido el casaca 26 rojiamarillo.
La llegada en un centrocampista es un elemento muy útil porque combina el elemento sorpresa con la posibilidad de sumar un atacante haciendo uso de un jugador que normalmente no supone una amenaza directa. Llegar de atrás o de segunda línea, son palabras que expresan el recorrido de un mediocampista que deja su lugar habitual para ocupar el espacio del delantero dentro del área para suplirlo o cargar la zona de remate. Y rematar, naturalmente. Un claro ejemplo de ello es lo infravalorada y desarrollada que estaba la virtud de llegar en Xavi Hernández. No hace falta ahondar en las características de uno de los mejores de la historia en el arte de dirigir el rumbo de un partido desde la técnica y el control de la pelota. Posesión y posición identifican a Xavi en nuestra memoria como alguien que no salía de la sala de máquinas, pero pisando el área y llegando de atrás para terminar como auténtico "9" finalizador se le daba muy bien.
En cambio, la naturaleza de un centrocampista vertical difiere bastante del acaparador de balón y generador de juego. Eso no significa que de sus virtudes se excluya la técnica o capacidad de favorecer la circulación, ni de que su rasgo predominante sea una notable capacidad física. Se puede ser vertical desde el pase o desde la conducción. Como Luis Montes, que mira siempre al frente para filtrar la pelota o regatear, o como lo fue en sus últimos años Schweinsteiger para el Bayern de Múnich, un devorador de metros que por conducción batía líneas y llevaba a su equipo al área rival. O como lo pueden ser Arturo Vidal o Paulinho, que de la llegada no hacían un recurso sino una forma de vida consistente en romper frecuentemente al frente, dando a su equipo soluciones para arrastra marcas marcas o sumar remate. Pueden colaborar con la posesión de su equipo, pero no montarla por sí mismos.
Diferenciados los conceptos entonces, se entiende que un jugador como Aldo Rocha tiene entre sus características: partir de ser el mediocentro de la jugada cuando el equipo sale, sirviendo como posible receptor del primer pase o como blindaje tras pérdida; entender el concepto de fortalecer la zaga en fase defensiva metiéndose entre centrales; ser uno de los mejore pasadores de la liga acumulando no sólo cantidad sino acierto en los mismos. En suma un jugador útil para sistemas de juego que mezclen el cuidado de la pelota con fases de verticalidad pero partiendo del orden de los jugadores hacia el cambio de funciones de los mismos.
A Rocha le ayuda además de su pase corto, la capacidad física para recorrer hacia atrás o hacia adelante por el carril central y un pase largo certero para encontrar a los extremos. Queda claro, entonces, que lo suyo es ser un jugador cerebral más que vertical, por lo que su capacidad goleadora, de pisar el área, es una cereza del pastel que le está dando por fin visibilidad. Llegando de segunda línea, subiendo para una presión alta sobre la salida rival, sumándose al contragolpe o tomando responsabilidad en los tiros penales, se está convirtiendo en un jugador completo que todavía puede mejorar como organizador pero que suena a un elemento muy válido para las ideas de Gerardo Martino. O sea, para la selección mexicana.