Con una plantilla que de ser armada de padecería suelta de otros equipos se convirtió en histórica no sólo en los anales del Club León, sino de la propias historia de la Liga MX, la llegada de Ariel Holan se antojaba un paso adelante. El argentino es uno de los entrenadores más valorados del continente, merced sobre todo a su trabajo en el CAI de Avellaneda, donde potenció el crecimiento de jugadores jóvenes y logró una merecida Copa Sudamericana.
Pese a la infundada animadversión que generó desde su llegada en gran parte de la afición, la realidad es que sí se dio un paso al frente a su legada y de forma casi inmediata: bajo el mando de Holan llegó una copa internacional no oficial y en la lotería de los penales se perdió la novena estrella de La Fiera. Todo en apenas seis meses y con un fútbol que si bien conservó la esencia asociativa de Ambriz, si se diferenció en ser mucho más vertical con el argentino.
Sin embargo, 2022 ha sido diferente. El juego esmeralda ha decaído rápida y sensiblemente convirtiéndose en predecible y quedando a deber en el aspecto de superar rivales con planteamientos defensivos, sobre todo. A la salida de Navarro, que quitó creatividad el equipo, se sumó el principio del fin anunciado de Luis Montes y el hecho de que refuerzos como Omar Fernández no se hayan asentado en el equipo titular, por no hablar de los casos de Elías Hernández o Santiago Ormeño.
De hecho, hablando del atacante peruano es que llegamos al cáncer que afecta actualmente al Club León y en el que focalizó la principal causa del mal momento actual. La dificultad de encontrar un 9 de nivel contrastado o al menos decente lastra permanentemente el juego del equipo primero y la posibilidad de arañar puntos después. La vergonzosa eliminación de la Concachampions ante Seattle Sounders y la derrota ante el Club Puebla tienen algo en común: la reforzada zaga rival de tres elementos no sufre en sus recorridos ante la falta de un jugador rival fijándolos, con nula competencia aérea y sin presencia agresiva en el área cazando rebotes.
La falta del delantero centro se explica desde la poderosa aportación de una segunda línea que goleaba gracias a los números messiánicos de Mena, la llegada de Navarro y los pases de Montes. Sin embargo, y es otra de las causas de la crisis actual, los tres entraron en decadencia (uno ya no está) y la pérdida del aporte goleador no encontró apoyo en el juego para encontrar con mayor facilidad un rematador o alguien que atraiga la marca rival y les conceda más espacio.
De igual forma, el sistema de Holan dejó de generar pasillos interiores por donde se colaban jugadores hasta el área pequeña rival y tampoco hace daño al contragolpe ante la falta de velocidad y coordinación. Lo que queda es un equipo que saca la pelota sumido en dudas y que al llegar a tres cuartos, hace llegar la pelota a banda pero sin tener a quien centrar el balón o pasar al desmarque. Y aquí está otra causa de la mala racha donde se ve la responsabilidad de Ariel.
Con que, en resumen, tenemos la clara necesidad del equipo de fichar ya, de una vez por todas, un punta contrastado para comenzar a competir de nuevo y en el futuro, una clara disyuntiva. ¿Apostar por renovar la plantilla y conservar a un entrenador de clase internacional o dar un giro del timón y buscar un nuevo inquilino del banquillo que exprima las últimas gotas de una plantilla inolvidable? Si se apuesta por el cambio de entrenador, como mínimo debería llegar ya un delantero que permita competir en condiciones al club.
Si se apuesta por Holan (o Sebastián Maz), lo primero será preguntarle si desea seguir en un lugar donde ya intentó dar un paso al costado. Y si se le da continuidad, traer dos carrileros o laterales largos y el ya famoso delantero con sentido de urgencia, dar salida a quienes ya cumplieron ciclo sabiendo que Ariel es un potenciador de jóvenes que puede aprovechar la cantera, afrontando así una renovación con pulso firme. De cualquier forma y aunque se califique a la pre-liguilla, parece tarde para que el cuadro leonés resucite y pueda competir el titulo.