viernes, 26 de junio de 2020

Campbell: lo diferente y lo necesario




Hay dos hechos innegables en la carrera de Joel Campbell. El primero es que se trata de un jugador talentoso, sobre todo en el apartado técnico, en el que está por encima de la media de la Liga MX. El segundo, que su carrera ha ido de más a menos, quedando, en resumen, a deber. Su trayectoria a día de hoy es de esas que suenan más espectaculares si se invierte el orden cronológico de las mismas.

El costarricense está peleado con el gol de manera casi sobrenatural (el que hubiera sido su primer tanto con la casaca esmeralda, por ejemplo, fue anulado ya festejado varios minutos después) y no es precisamente fijo en el esquema de Ambriz, pero para el fútbol que desarrolla el Club León es un elemento clave. Para comprender ésto, es necesario distingue entre su posición y su función.

Joel podría ser definido como un volante, porque se trata de un jugador a caballo entre la banda y la mediapunta, pero que es de carácter más ofensivo del necesario poder ser considerado un interior, sin la explosividad para atarlo a la banda o sin la facilidad de generar goles para ser atado a la mediapunta. Entonces, ¿qué lo hace necesario para el esquema de Ambriz?

Más allá de probar que tiene un guante para centrar, Campbell ha destacado por su inteligencia y comprensión del juego. Contra una Fiera que hacía volar a Mena al contragolpe o que ofrecía creatividad para romper defensas cerradas, pero que tampoco tenía miedo de de juntarse en el tercio rival dejando a un central de contención y al otro central para cortar los contragolpes, los rivales entendieron que la mejor defensa era un bloque compacto muy bajo y esperar una contra con suerte.

Es ahí, cuando los caminos se cierran, que el casaca número 8 esmeralda se convierte en la llave. Joel entiende cuando retener la pelota, cuando soltar el pase de primera, si jugar horizontal o vertical, si moverse a cargar el área o retroceder para aclarar la jugada, si disparar o centrar. En suma, entiende como agilizar la circulación de balón cerca de la portería rival y hacerla más peligrosa para el rival, algo que nadie en el cuadro tiene como virtud. Algo que lo hace diferente y necesario.