martes, 12 de mayo de 2020

Gustavo Matosas, figura histórica



Dicen que Dios no castiga dos veces, pero nadie dice que no lo haga tres. Y así sucedió en aquella sucesión de diciembre de 2014 y enero de 2015, donde el Club América salió campeón, le quitó a Matosas al Club León y después, para echar más sal en la herida, le ganó el primer partido del Clausura 2015 en el Estadio Azteca ya con Gustavo en el banquillo emplumado.

Aquella sucesión de eventos desafortunados en los que todo parecía salirle bien al equipo de Coapa empaño, merecidamente, la salida de Matosas de la institución esmeralda. La ensució, mejor dicho, porque incluso las formas no fueron las mejores, apreciándose una falta de honestidad y de lealtad alarmante. Pero a partir de dichos sucesos se ha intentado manchar y minimizar más lo logrado por el entrenador charrúa.

Matosas pagó el haber buscado una sustancial mejora económica y de atención (algo muy válido y nada reprochable) con la pérdida del impacto de su discurso. La fuerza motivadora de su discurso impacto a la ideología esmeralda y se impregnó de garrá ganadora. Un nuevo Uruguay nació en el centro del bajío mexican
o, donde jugadores como Luis Montes se convirtieron en fieras que luchaban hasta la última gota de sangre.

En el Club América, con jugadores acostumbrados a los mimos más que a los sacrificios, el impacto emocional de Gustavo se perdió y no lo ha vuelto a encontrar desde entonces. Incluso él se desnaturalizó de manera innegable según atestiguan sus palabras que provocaron su despido de la selección tica. Su ir y venir como vagabundo de los banquillos ha dado pie a más argumentos para demeritar su papel en el Club León más histórico: no defendía bien los contragolpes, sufrió para calificar, Rafa Márquez salvaba la táctica y la motivación…

El León de Matosas fue la consecuencia de muchas circunstancias pero no se entiende ni hubiera pasado sin el entrenador uruguayo. Suyo fue un León que basculando la pelota con un 4-4-2 metía al rival en su propio tercio del campo, como hacía entonces el Athletic Club de Bielsa y terminaba las jugadas con combinaciones de las que el Liverpool de Klopp estaría orgulloso.

Suyo fue el León que abría a uno de sus dos puntas, estiraba la defensa rival y permitía llegadas de segunda línea de Carlos Peña, el que Montes se convirtiera en el mejor falso extremo de la liga, un interior de posesión con alma de Diez acompañado de un jugador que de limitado tácticamente llegó al mundial y a entender como frenar a Messi (“Gallito” Vázquez). Su León recuperó a dos bestias históricas como Márquez y Mauro Boselli, que sometieron a voluntad la Liga y dieron inolvidables exhibiciones en la áreas.

Suyo fue también el cambio de 4-4-2 a 4-3-3 gracias a ver la polivalencia de Cárdenas y Loboa y que permitieron remontar a Cruz Azul FC y lograr un histórico bicampeonato, trofeos que se encadenaron con ascenso y maracanazo en libertadores incluidos. Y sí, el equipo de Matosas no terminó bien, pero pese a que se buscan épocas donde no se puede valorar el juego, a que se olvidan los mecanismos de su equipo o a que incluso se usa su vida personal para hacerle perder puntos, nadie podrá negar que es una figura histórica del Club León.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario