Publicado originalmente en 2016.
2016 es año
bisiesto y eso significa que estamos de nuevo en una época marcada
por la Eurocopa y los Juegos Olímpicos que en esta ocasión se
realizaran en la ciudad brasileña de Río de Janeiro. Sabido es que
el fútbol no se queda fuera de la fiesta multideportiva por
excelencia y la cercanía de un nuevo torneo nos da el pretexto ideal
para recordar y analizar el partido que significó el gran logro del
deporte mexicano en 2012: la medalla de oro que se logró derrotando
en la final a la próxima anfitriona, la selección de Brasil. Un
país que, por cierto, no ostenta aún en su espectacular palmarés
la dorada y deseada presea en la rama de fútbol varonil.
Sorprendente por la capacidad del jugador brasileño para despuntar y
marcar diferencias desde su juventud y más sorprendente aún si nos
atenemos a la alineación que presentó la selección brasileña
aquél día. Se trataba de un equipo bien dirigido, por un entrenador
experimentado y al mando general de la selección mayor, con
jugadores que ya se antojaban claves en el futuro del fútbol
europeo, es decir, de primer nivel. Recordemos que en el año 2003 la
selección brasileña fue invitada a participar en la Copa Oro de
CONCACAF. El representativo enviado fue el sub-23, que liderado por
un joven Kaká, realizó una destacada actuación perdiendo la final
frente a la selección mexicana en la prórroga.
La selección
mexicana por su parte, y aunque arribó a la final en el papel de
David, era un rival del que no se podía hacer confianza. La
importante fortaleza del equipo mexicano en los últimos años
consiste en un excelente trabajo de fuerzas básicas. Desde la Copa
del Mundo sub -17 en Perú 2005, en la cual se logró el título, la
división de juveniles rompió no solamente una barrera mental,
sino que consolidó su trabajo. Entre los seleccionados para los
juegos olímpicos de aquél año se encontraban no sólo algunos
campeones del mundo de aquél año, había también participantes del
mundiales sub-20, campeones de los Juegos Panamericanos de
Guadalajara 2011, ganadores del torneo preolímpico para Londres 2012
y campeones del torneo Esperanzas de Toulon. Se trataba de una
generación acostumbrada ya a la competición y éxito internacional.
Es por ello que,
aunque a priori el favoritismo de Brasil era claro y a pesar de la
diferencia de nivel técnico y táctico, el equipo norteamericano
tenía como principal virtud un don nada despreciable en el fútbol:
sabía competir. De ahí que la final tuviese un resultado
sorprendente, aunque sabemos que el fútbol como deporte permite este
tipo de resultados: algunos fuera de lógica, pero otros
perfectamente explicables. Es curioso recordar, por ejemplo, que
México ostenta en su palmarés como selección títulos
internacionales que faltan en las vitrinas de Argentina, Brasil y
España (Copa del Mundo sub-17 2005 y 2011, Medalla de Oro 2012, Copa
Confederaciones 1999, respectivamente).
Los entrenadores
En torneos
internacionales suelen bastar actuaciones individuales para decantar
un partido, pero eso no significa que los entrenadores queden en un
segundo plano. La elección de los elementos que conformaran una
lista de selección es una responsabilidad a la que un entrenador no
se enfrenta en un club. Está además el manejo de grupo, tan
importante cuando se va a convivir cada día durante un mes con las
mismas personas y está la dificultad de definir el juego del grupo
en apenas semanas para competir rápidamente al nivel más alto
posible.
En el caso de los
brasileños, el entrenador fue Mano Menezes, quien fue elegido para
dirigir las selecciones brasileñas inmediatamente después de la
salida de Dunga tras el fracaso del mundial de Sudáfrica 2010. El
reto en realidad, era apasionante: por delante tenía la oportunidad
de lograr por primera vez la medalla de oro en juegos olímpicos y
una copa del mundo ganada en casa. La oportunidad de dirigir a los
sus-23 servía además para ir acoplando el sistema que se pretendía
en la selección mayor y como forma de reivindicarse tras el batacazo
de ser eliminados en cuartos de final de la Copa América Argentina
2011 a manos de la Paraguay del Tata Martino, a la postre finalista.
Mano llegó a la selección cumpliendo con la tradición de verse
respaldado por resultados obtenidos en el país sudamericano: con
Gremio y Corinthians logró ascensos, campeonatos estatales, y la
Copa Brasil. Especialmente memorable es la final de la Copa
Libertadores que su Gremio perdió en 2007 frente al Boca Juniors de
Juan Román Riquelme.
Por parte del
seleccionado mexicano, se optó por que en Luis Fernando Tena fuese
delegada la responsabilidad de dirigir la selección Sub-23 en lugar
de José Manuel de la Torre, el entonces seleccionador nacional. En
realidad, la decisión venía desde el año 2011: el empalme de las
competiciones de selecciones de CONCACAF Y CONMEBOL se convirtió en
un problema serio: había que decidir entre prestigio o acceder a la
Copa Confederaciones de Brasil 2013. Se optó porque Luis Fernando,
auxiliar (segundo entrenador nacional) de José Manuel acudiese al
torneo sudamericano con una selección sub-23 y se encargase el resto
del proceso mundialista de dirigirlos. Así, cuando llegó a la justa
olímpica, Tena ya tenía la experiencia y títulos de los ya
mencionados juegos panamericanos de 2011, el preolímpico
clasificatorio y el torneo Esperanzas de Toulon. Además de ellos, el
auxiliar contaba con títulos de liga en los años 1997 y 2000 y una
vasta experiencia en el fútbol mexicano (posteriormente, clasificó
a Cruz Azul al mundial de clubes de 2014, donde cayó en semifinales
frente a Real Madrid).
Jugadores
No nos detendremos
en los motivos de la elección de los jugadores, aunque algunos de
ellos tengan trasfondo conocido (Gabriel comenzó a ser considerado
como arquero por Menezes pensando justamente en Londres 2012) pero si
mencionaremos, de quienes jugaron la final de Londres 2012, su edad
al día del partido, su equipo de entonces y el actual para dar
contexto al potencial de cada plantilla. Se indica quienes fueron
traspasados durante el verano de 2012.
Brasil
Gabriel
19>Cruzeiro>Napoli (Cedido por Milan)
Rafael 22>Manchester
United>Olympique de Lyon
Thiago Silva
(refuerzo) 27>Traspasado de Milan a PSG
Juan Jesús
21>Traspasado de Sport Club Internacional a Inter de Milan
Marcelo (refuerzo)
24>Real Madrid
Sandro 23>Tottenham
Hotspur>West Bromwich Albion
Rômulo 22>Spartak
Moscú
Alex Sandro 21>FC
Porto>Juventus
Oscar 20>Traspasado
de SC Internacional>Chelsea
Leandro Damião
23>SC Internacional>Cruzeiro
Neymar 20>Santos>FC
Barcelona
Hulk
26>FC Porto> Zenit
Pato
22>Milan>Chelsea
Lucas Moura
19>Traspasado de Santos a PSG
México
Jesús Corona
(refuerzo) 31>Cruz Azul
Israel Jiménez
22>Tigres de la UANL
Hiram Mier
22>Monterrey
Diego Reyes 19>Club
América>Real Sociedad
Darvin Chávez
22>Monterrey>Tiburones Rojos
Carlos Salcido
(refuerzo) 32>Tigres de la UNAL>Chivas
Jorge Enríquez
21>Chivas>Club León
Héctor Herrera
22>Pachuca>FC Porto
Javier Aquino
22>Cruz Azul>Tigres de la UNAL
Marco Fabián
23>Chivas>Eintracht Frankfurt
Oribe Peralta
(refuerzo) 28>Santos Laguna>Club América
Miguel Ponce
23>Chivas
Raúl Jiménez
21>Club América>Benfica
Néstor Vidrio
23>Pachuca>Dorados
Mencionar además
que no resultarán desconocidos los nombres de Ganso, Danilo y Neto
en la banca brasileña, o el de Giovanni Dos Santos, ariete mexicano
que se perdió el encuentro por lesión durante el torneo.
Esquemas
Brasil
Mano Menezes mandó
al campo un equipo con talento ofensivo que tenía dos fases claras
en las que cambiaba su formación.La inicial, con la que salieron
parados porque el saque inicial lo hizo su rival, fue un 4-1-2-1-2,
un parado muy parecido al clásico rombo argentino. El objetivo
primordial era la presión alta y posterior recuperación de la
pelota, poniendo a sus mejores atacantes emparejados con los
centrales mexicanos, Neymar y Leandro debían ir hasta que México
decidiese jugar con el arquero y salir en largo. Para asegurar que la
salida con el mediocentro no se activase, Oscar recorría el espacio
a su espalda como enganche. En medio campo se conforme el trivote
defensivo, compuesto de Sandro como mediocentro posicional, Alex
Sandro como interior izquierdo y Rômulo como el derecho. Cuando la
presión se alargaba, su misión era evitar también la salida con
los laterales ocupando posiciones de teóricos extremos, sobre todo
en el caso de Alex Sandro.
En fase ofensiva
(iniciada desde la salida por los brasileños) el esquema cambiaba
considerablemente, principalmente para que Neymar pudiera desatar su
potencial. El atacante brasileño se corría hacía la izquierda,
como extremo pero bajando la posición para recibir en la banda y
Oscar ocupaba su posición en el frente de ataque. Rômulo avanzaba
metros para ocupar la posición entre líneas y Alex Sandro debía ir
hacía la zona izquierda que liberaba la posición de Neymar o tratar
de asociarse con él. Mientras, por la derecha, el espacio que se
liberaba en la banda porque además Leandro ocuapaba el área, era
aprovechado por Rafael, encargado de recorrer toda la cal.
Hablamos de la clave
táctica del partido: Menezes decidió prescindir de Hulk (un
refuerzo) para dar entrada a Alex Sandro. Confió en la capacidad de
recorride Rafael y en sumar calidad en la organización con un Alex
que debió ser socio de Neymar. Lo que si funcionó fue que con el
lateral de la Juventus en el campo, se sumó un elemento más a la
salida, en la que trabajaban Marcelo, Sandro, Alex y Neymar, que
bajaba mucho, como receptores de los pases de Juan y Thiago, más
vertical.
México
El plan de Luis
Fernando Tena encajaba como un guante con la idea inicial de Menezes.
Fuerte en la construcción de sistemas defensivos y consciente de la
superioridad verde amarella, el entrenador mexicano decidió apostar
por dos líneas de cuatro y dos delanteros encargados de tareas
específicas. La idea, de carácter defensivo: apostar a lo que la
selección haría sin balón. Con la pelota, la pelota debía ir
hasta el arquero, Corona. Sabedor de que el equipo brasileño
ejecutaría presión alta sin llegar a un asfixiante pressing,
preparó a sus dos delanteros y su extremo más ofensivo para
ejecutar agresivamente un plan sobre el cual asentar la busqueda de
la segunda jugada. La salida del arquero, con pelotazo largo hacía
el sector izquierdo de su ataque debía ser el arranque de Peralta,
el nueve, sobre Thiago, Marco Fabían sobre el mediocampista que se
ofreciese como apoyo y Aquino atacar al lateral. Detrás de ellos,
Salcido y Chatón arrastraban al equipo para evitar la separación
del equipo. La seguridad del equipo estaba en el extremo contrario,
que junto con los laterales guardaban la posición y equilibraban el
equipo.
La idea inicial para
aguantar lo que se venía encima consistía en mantener las líneas
de cuatro, para presentar resistencia a la generación de juego y
bloquear los intentos de juego entre líneas. La virtud principal
estuvo en las jaulas que preparo en las bandas Luis Fernando,
especialmente para Neymar. El lateral a la espera suponía un tapón
para la banda, mientras a la espalda del brasileño acudía el
extremo y uno de los mediocentros mexicanos se apuraba a cerrar el
pase al interior. De esta manera lograban hacer varios tres a uno.
En las ocasiones que
México lograba tranquilizar una posesión, no se desesperaba, y para
ello fue fundamental Héctor Herrera. El mediocampista mexicano,
asentado como extremo de posesión en la derecha, mantenía la pelota
y ponía la pausa necesaria. Cuando Brasil replegaba en espera de una
jugada de línea de fondo, paraba y retrocedía, atraía marca y
soltaba, dando respiros. La variante del juego fuero secuencias de
pase de lado a lado en busca de llegar a posición de centrar al
área.
La pieza clave del
planteamiento fue Marco Fabián, en el papel de segundo delantero, su
responsabilidad era compensar la posición fija de Oribe Peralta.
Debía decidir de que lado presionar, cuando, cuando ir sólo a la
batalla de presionar y cuando tratar de enlazar en el mdeiocampo
tanto defensiva como ofensivamente. Su desgaste fue impresionante.
El Partido
Nada más iniciar,
el guión se realizó al pié de la letara. Los brasileños buscaron
arriba a México que respondió con un lanzamiento largo. La pelota
botó en mediocampo y pasó a los pies de Rafael, quien ya tenía
encima a Marco Fabián y no podía pasar a Thiago porque lo tenía
Peralta. Cuando quiso dar a Sandro, ya era tarde: Aquino había leído
bien la jugada y atacado al mediocentro, interceptando la pelota que
le llegó a un Peralta muy seguro. Ojeó el espacio y marcó el
primero, en apenas 29 segundos, el gol más rápido de la historia de
las olimpiadas.
El poco tiempo del
partido reafirmó el planteamiento mexicano y apenas inmutó a los
brasileños. Trataron de ejecutar su juego buscando sobre todo a
Neymar, que buscaba recibir por delante de Marcelo. A los intentos
brasileños respondía México con sus balones largos que buscaban
ambos delanteros apoyados por un extremo.
Brasil se tomaba su
tiempo en la salida de balón, para elegir el pase y buscar la banda
izquierda. Herrera en México ayudaba a mantener la pelota y buscar
salidas cuando recuperaban. Mientras, Jorge Enríquez y Carlos
Salcido alternaban sus labores en el doble cinco, acudiendo en ayuda
defensiva a la banda, descolgándose hacía la zona de tres cuartos o
guardando la posición de mediocentro.
De todos modos,
cuando los norteamericanos intentaban circular, el empuje de Brasil
los hacía retroceder y volver al balón largo, buscando incluso que
los extremos recibiesen tras la primera línea de presión. Al cuarto
de hora la insistencia de los brasileños por adelantar líneas
rindió su fruto, pues México comenzó a perder las segundas jugadas
también, y con ello, la posibilidad de salir y tener respiros. Gran
parte de ello fue que Thiago Silva comenzó a imponerse a Oribe
Peralta en el juego directo pero también al espacio. Con los
centrales cercados por Neymar y Leandro y los laterales taponados por
Alex Sandro y Rômulo, no habían ganas de correr riesgos y el
partido se convirtió en sacar la pelota de un Brasil que aunque la
tenía, no lograba profundizar ni alcanzar línea de fondo, en parte
por el papel de Alex Sandro, que no llegaba a ocupar el extremo
izquierdo cuando Neymar lo liberaba ni tampoco asociarse para generar
superioridades que permitiesen traducir las atracciones de marca en
espacios.
Pasados los veinte
minutos los centrales mexicanos comenzaron a destacar, impidiendo las
recepciones entre líneas, cubriendo la espalda de los laterales
cuando fuese necesario y sacando los balones sueltos que llegasen al
área. Cerca de la media hora, México se quedaba sin soluciones
para ir arriba. Ahora los brasileños regateaban la presión y
avanzaban, pero el repliegue rápido mexicano les permitía mantener
pie. Entonces se dio cuenta Mano de que la productividad de Alex
Sandro no estaba justificada en ataque y enmendó el error enviando a
Hulk en su lugar. El brasileño entro un poco suelto, como es
natural, pero permitió que el dibujo ofensivo se ajustase haciendo
efectivo el lugar que desaprovechaba Alex como un elemento más de
ataque. Brasil ahora tenía un 4-2-3-1 en ataque, en el que Neymar y
Hulk ocupaban una banda cada uno y en el que Oscar y Rômulo se
liberaron para adelantar metros y aprovechar espacios a su juicio.
Por potencia Y DECISIÓN, Hulk comenzó a generar en su sector,
conduciendo y disparando su chispa despertó un Brasil adormilado y
estiró un poco a México, lo que permitió aparecer al Marcelo con
su aporte de diagonal hacia adentro. El lateral madridista se
permitió pisar área, que sus compañeros la pisaran y disparar
también. Activado el aporte ofensivo de Marcelo la llegada del
descanso reglamentario fue un alivio para México que sin sufrir
ocasiones claras tenía un rival que ya remataba dentro del área.
Tras el gol, apenas había cazado un disparo lejano de Marco Fabián.
La segunda parte
arrancó con una modificación táctica de Mano. Neymar empezó a
comandar el juego por dentro, llevando el peligro desde el carril
central. La maniobra potencio en peligrosidad la relativa cercanía
de un Hulk un poco más bajo de revoluciones, pero la banda derecha
brasileña era un peligro latente por la altura que ganaba Rafael.
Conforme avanzaban los minutos, Tena se apuntó una gran lectura y
realizó dos movimientos fundamentales: retiró del campo a Javier
Aquino, extremo derecho e introdujo a Ponce, lateral, para hacer
frente a Hulk y Rafael con Chávez y Ponce, es decir, les colocó un
doble lateral enfrente.
El siguiente
movimiento fue táctico y permitió neutralizar en cierta manera el
efecto del ataque por dentro de Neymar. Adelantó a Jorge Enríquez
unos metros para esperar el ataque Brasileño flanqueado por Herrera
y Ponce y dejo como mediocentro, escalonado, a Salcido, ejerciendo de
apagafuegos entre líneas. Así, a la dificultad de tener que superar
por conducción o pase los tres mexicanos se añadía la de enfrentar
un experimentado mediocentro que había fungido como central en la
zona entre líneas. Si Brasil se acercaba aún más, los extremos
bajaban a la altura de los laterales y el doble cinco mexicano
vigilaba la frontal. La dificultad añadida comenzó a inquietar a
Brasil: aparecieron espacios que permitieron a México cazar una
serie de jugadas aisladas gracias al incansable Fabián, que robó
tras presionar a los centrales una pelota y de chilena la envió al
travesaño, y al acierto de Herrera, que en un desborde logró
asistir a Oribe Peralta para que marcará en fuera de juego.
México tenía éxito
con la pelota cuando la tenía y Mano decidió quemar las naves. Dio
entrada a Alexandre Pato por Sandro, dejando al equipo sin
mediocentro posicional y dejando en Rômulo la misión de dar
equilibrio defensivo. En otras palabras, los centrales quedaron
vendidos y el desconcierto creció: Fabián le ganó un bote a
Thiago, que le cometió falta. El envió a la banda derecha por parte
de Salcido encontró a Herrera, quien recibió falta de Marcelo.
Entonces Marco Fabián y Oribe Peralta copiaron el gol de Puyol al
Real Madrid, el gol de Puyol contra Alemania en 2010. Lo que Marco
Fabián había mandado por encima del travesaño en un saque de
esquina, lo marcaba Peralta para poner ventaja de dos a cero. Tena
sacó después al lateral derecho Jiménez, amonestado, para dar
entrada a Vidrio, con experiencia de central. Menezes sacó a un
desquiciado Rafael para dar entrada a Moura. Peralta dejó su lugar
Raúl Jiménez y recibió el aplauso. Sin mucha idea, sobre el minuto
noventa, la ironía del fútbol: un saque largo de Brasil botó en
mediocampo y la pelota le cayó a Hulk, que condujo y definió por
potencia para descontar. Todavía después, la calidad brasileña
acumulado en banda derecha produjo un centro que Oscar, libre y
cómodo, remató de cabeza al primer palo y echó fuera.
México ganó dos a uno y rompió otra barrera. Sin embargo, no logró
transformar esa medalla en estabilidad. El proceso clasificatorio a
Brasil2014 fue complicado, aunque se logró competir en el mismo,
como la selección mayor lo hace ya históricamente. Medallistas
mexicanos jugaron aquella Copa del Mundo y este año, nuevamente en
Brasil, la anfitriona espera al seleccionado sub-23 de México,
dirigido en esta ocasión por Raúl “El Potro” Gutiérrez,
artífice de la Copa del Mundo sub-17 que México ganó como local en
2011. No será fácil y ya hay dificultades: Chivas de Guadalajara,
inmerso en una lucha por el descenso, se niega a ceder seleccionados
a las prácticas del equipo sub-23. Y si se llega a jugar con Brasil
de nuevo, volverá a haber un equipo de calidad, probablemente con un
Neymar cuya versión es muy superior a la de 2012. Quién sabe, en
aquel torneo jugaba una España sub-23 de mucho talento que quedó
eliminada en primera ronda y México pudo heredar la presea dorada de
Argentina. Argentina, Brasil y España, países que tienen lo que el
fútbol mexicano nunca ha ganado y a los que les falta lo que México
tiene. Así es el fútbol.